Re-Conociendo el Mundo
Jun. 16th, 2006 11:20 pmDesde que me han regalado un cuaderno, he decidido escuchar un buen consejo. Así pues he decidido iniciar este diario a fin de poder, de alguna forma, recuperar lo que he perdido.
Me llamo Dagonnet, tengo 17 años y eso es todo lo que recuerdo.
Me desperté en una cama dentro de un cuarto amplio y circular en el que no había absolutamente nadie. Me levanté y salí del cuarto buscando a otras personas pero nadie respondió, y mientras merodeaba encontre en otro cuarto a un niño de menos de diez años de edad llamado Rhafim.
Él me llevó donde su madre y me dejaron permanecer con ellos un tiempo al darse cuenta de que, efectivamente, había perdido la memoria. Al principio no me creían y se mostraban desconfiados conmigo pero no tardaron en darse cuenta de que era sincero con ellos.
Al día siguiente, luego de averiguar que el lugar donde me encontraba era un templo, hubo un gran alboroto y alguien llamo a la puerta. No me asomé porque estaba tendiendo mi cama, y para cuando salí del cuarto el visitante ya se había marchado.
Había mucho albroto y Rhafim me dijo que lo acompañara a ver, y fui con él. Afuera había un par de hombres rodeados por toda una multitud, y a uno de ellos, uno que tenía un largo baston con una medioa luna coronándolo, todo mucho lo saludaba con gran respeto y le hacía extrañas reverencias.
Rhafim pareció distinguir a alguien entre la multitud y le guió hasta donde se hallaba una mujer de aspecto muy extraño, aparentemente era la visita que había tocado la puerta de Rhafin esa mañana. Comenzamos a hacerle preguntas puesto que parecía saber de que se trataba todo el barullo y nos dijo acerca de la identidad de los dos sujetos.
El del bastón era alguien a quien llamaban "El Invocador", y aparentemente es un sujeto muy importante; la otra persona era su guardian. Los vimos desaparecer dentro del templo y luego volvimos a casa de Rhafin llevando a la visitante con nosotros.
Luego me explicaron que ella era una "Guado", pero su raza no me decía mucho más que el pequeño medallon que llevaba en el bolsillo (el cual, de no ser porque Rhafin trato de robármelo, no tendría idea de tener). Pasamos la noche y por la mañana había de nuevo mucho escándalo.
Salimos a investigar y descubrimos a un monstruo gigantesco atacando el pueblo. El Invocador y su guardián luchaban pero el monstruo mató al guardian. Rhafim saltó para ayudar seguido de la Guado, yo los segui después.´
Logramos derrotarlo gracias a los poderes del Invocador y, al final, decidimos unirnos a él y ser sus guardianes. Fue una cosa muy extraña ya que realmente no hay mucho que yo sepa de su religión, pero lo hice tanto porque no podía dejar ir sólo a ese hombre (que por cierto esta ciego), tanto porque tenía la impresión de que mi pasado se encontraba en algun lugar, y sólo viajando podría encontrarlo.
La Guado me hizo el favor de regalarme este cuaderno para poder ir escribiendo en él las cosas que vaya recordando poco a poco a fin de poder ir reconstruyendo lo que soy.
Me siento realmente confundido, y abandonado. No conozco a nadie y nadie parece reconocerme, me pregunto si estoy solo del todo y me pregunto cómo fue que llegué a aquel templo en medio de la nada. Cuanquiera que sea el caso, realmente me alego de tener a Rhafin y a su rata-mascota a mi lado; me hacen sentir que no estoy tan solo.
Por ahora, escucho constantemente dentro de mi mente la voz de una mujer que me advierte constantemente de los Al-Bhed, pero Rhafim no es una mala persona, y puesto que de momento no tengo a nadie más, cero que no tengo porque hacer mucho caso a esas voces.
Sin embargo no puedo dejar de preguntarme quien es esa mujer...
Me llamo Dagonnet, tengo 17 años y eso es todo lo que recuerdo.
Me desperté en una cama dentro de un cuarto amplio y circular en el que no había absolutamente nadie. Me levanté y salí del cuarto buscando a otras personas pero nadie respondió, y mientras merodeaba encontre en otro cuarto a un niño de menos de diez años de edad llamado Rhafim.
Él me llevó donde su madre y me dejaron permanecer con ellos un tiempo al darse cuenta de que, efectivamente, había perdido la memoria. Al principio no me creían y se mostraban desconfiados conmigo pero no tardaron en darse cuenta de que era sincero con ellos.
Al día siguiente, luego de averiguar que el lugar donde me encontraba era un templo, hubo un gran alboroto y alguien llamo a la puerta. No me asomé porque estaba tendiendo mi cama, y para cuando salí del cuarto el visitante ya se había marchado.
Había mucho albroto y Rhafim me dijo que lo acompañara a ver, y fui con él. Afuera había un par de hombres rodeados por toda una multitud, y a uno de ellos, uno que tenía un largo baston con una medioa luna coronándolo, todo mucho lo saludaba con gran respeto y le hacía extrañas reverencias.
Rhafim pareció distinguir a alguien entre la multitud y le guió hasta donde se hallaba una mujer de aspecto muy extraño, aparentemente era la visita que había tocado la puerta de Rhafin esa mañana. Comenzamos a hacerle preguntas puesto que parecía saber de que se trataba todo el barullo y nos dijo acerca de la identidad de los dos sujetos.
El del bastón era alguien a quien llamaban "El Invocador", y aparentemente es un sujeto muy importante; la otra persona era su guardian. Los vimos desaparecer dentro del templo y luego volvimos a casa de Rhafin llevando a la visitante con nosotros.
Luego me explicaron que ella era una "Guado", pero su raza no me decía mucho más que el pequeño medallon que llevaba en el bolsillo (el cual, de no ser porque Rhafin trato de robármelo, no tendría idea de tener). Pasamos la noche y por la mañana había de nuevo mucho escándalo.
Salimos a investigar y descubrimos a un monstruo gigantesco atacando el pueblo. El Invocador y su guardián luchaban pero el monstruo mató al guardian. Rhafim saltó para ayudar seguido de la Guado, yo los segui después.´
Logramos derrotarlo gracias a los poderes del Invocador y, al final, decidimos unirnos a él y ser sus guardianes. Fue una cosa muy extraña ya que realmente no hay mucho que yo sepa de su religión, pero lo hice tanto porque no podía dejar ir sólo a ese hombre (que por cierto esta ciego), tanto porque tenía la impresión de que mi pasado se encontraba en algun lugar, y sólo viajando podría encontrarlo.
La Guado me hizo el favor de regalarme este cuaderno para poder ir escribiendo en él las cosas que vaya recordando poco a poco a fin de poder ir reconstruyendo lo que soy.
Me siento realmente confundido, y abandonado. No conozco a nadie y nadie parece reconocerme, me pregunto si estoy solo del todo y me pregunto cómo fue que llegué a aquel templo en medio de la nada. Cuanquiera que sea el caso, realmente me alego de tener a Rhafin y a su rata-mascota a mi lado; me hacen sentir que no estoy tan solo.
Por ahora, escucho constantemente dentro de mi mente la voz de una mujer que me advierte constantemente de los Al-Bhed, pero Rhafim no es una mala persona, y puesto que de momento no tengo a nadie más, cero que no tengo porque hacer mucho caso a esas voces.
Sin embargo no puedo dejar de preguntarme quien es esa mujer...